jueves, 2 de abril de 2009

El ojo de la muerte - El trueno entre las hojas.

Timó Aldama, ató a su caballo al árbol, tenía que ser muy cuidadoso porque él había huido.
Al dejar al caballo, lo acarició y sintió una raya viscosa, retiró la mano húmeda y pegadiza del ojo del animal, pensó que era un poco de baba.
Fue al bar, empujó la puerta y entró. Todos lo miraron. Uno de los hombres que se encontraba en el lugar lo llamó y dijo que lo estaban esperando. Bebieron y jugaron a las cartas después de un año.
En ese tiempo, recordó que cuando fue a una función patronal de Santa Clara se encontró con una tribu de gitanos, era un espectáculo extraño, nunca antes visto. Una señora gitana, vieja y gorda, se acercó a él, y le preguntó si no quería que le dijera su futuro, él respondió, que el destino lo hace cada uno, y ella le dijo que si pero que él no sabía cuando iba a morir, entonces, él aceptó y escuchó a la señora, quien dijo que él moriría cuando el ojo de su caballo cambiara de color.

Después de eso habían acontecido muchas cosas. Él había herido a un hombre por una apuesta estafada.

De a poco su suerte se iba acabando, tuvo que devolver todas las cosas a sus dueños, tales como pañuelos de seda, cinturones, etc. Luego de esto, comenzó a entregar sus propias cosas, unas tras otras. Finalmente, quedó sólo con una camisa y una bombacha.
Cleto Noguera le cerró las puertas del boliche. Timó sintió que le cerraron las puertas a todo, y fue a parar a un yuyal. Luego vio venir a su caballo, los dos estaban listos para reanudar la fuga interminable. Timó lo agarró del hocico, fue entonces cuando se fijó, el ojo izquierdo del animal había cambiado de color. No reflejaba nada, miraba como muerto. El otro ojo continuaba oscuro.

La predicción de la gitana cayó sobre él. El ojo tuerto del caballo era el ojo de la muerte.
La gitana le había dicho también, que a lo mejor si no huía se podía salvar pero que eso no era seguro.
Tampoco podía ya recordarlo. Y salió corriendo por el campo.
Un rato después, llegó un grupo de hombres cuadrilleros que alzaron a Timó a su ferrocarril, ellos estaban seguro de que era un loco pero no lo quisieron abandonar.
A toda la mala suerte de Timó, se le sumó un ciclón que luego lo mató.

No hay comentarios:

Publicar un comentario